Para que lo tengamos en cuenta, pongo este texto tomado del documento "Los cantos de la misa: su lugar y su sentido", que hace referencia también a los distintos tiempos litúrgicos:
CUARESMA.
Es el gran tiempo penitencial de la Iglesia, los cuarenta días de conversión y purificación interior que nos preparan a la mayor fiesta cristiana del año, la Pascua. Comienza el Miércoles de cenizas. Son días de escucha atenta de la Palabra de Dios que nos vuelve a llamar a un cambio de vida según el Evangelio de Jesús. Desde el miércoles de cenizas hasta la vigilia pascual no cantamos el Aleluya, porque ese canto es la expresión del gozo de la resurrección; lo reservamos para la noche de Pascua. El Gloria tampoco se reza ni canta en todo ese tiempo, excepto en la misa del Jueves Santo. Pero la Cuaresma no es un tiempo triste, sino más bien un tiempo recogido, de meditación, que es el ambiente que nos permite estar atentos a la Palabra, reflexionar sobre nuestra vida y dar pasos de conversión. Los cantos de la eucaristía deberían favorecer la atmósfera de recogimiento y conversión personal y comunitaria que caracterizan este tiempo litúrgico.
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